algo se fue por su camino.” Paul Celan
Prólogo
En el principio no hay nada, después hay después, algo, una marca en el tiempo, un es. Lo que el vacío, la nada, lo imposible o la ausencia, dispensaron, dieron al ser.
Marcaron en la página en blanco o en la intemperie: en el paisaje de la posibilidad.
En la desnudez, la espera.
Creador es quien vive de esas marcas, esas huellas, no de sus cicatrices: las certezas.
Una grieta en un muro, para un creador, no es una grieta en un muro, es un tajo que le abre a la posibilidad de la creación, a la acogida de lo que en ese tajo se abre.
De lo que pueda susurrar.
Del destello de sentido que pueda donar.
Ser creador es saber, creer, que eso que abrió desde lo oculto está presente y oculto en esa apertura.
Creador es quien se abre a lo que en lo abierto puede recibir, a lo que recibiendo puede crear, lo que creando recibió.
El creador sabe que todo fue nada antes de ser lo que es, lo sabe, porque también sabe que todo lo volverá a ser.
Porque lo sabe traza huellas, a veces sendas, pero las traza, no las aferra.
La creación es esa fe en nada, en un vacío o una ausencia, una fe que crea lo que cree, que cree para crear, que creando se trasciende más allá de lo que cree.
Ausencia de lo que nunca fue o lo ya sido, pero no mera ausencia, presencia y revés de esa ausencia.
El creador es un ser de la espera, espera lo que advenga, espera desnudo de sí. Espera sin poder, sin saber.
Espera lo aun por nacer.
Reuní aquí, en este libro, cinco textos. Ellos, todos, nacen de lo que no tienen, de los que hace hablar: hablan de esa alteridad intrínseca a la existencia, ese plus de sí, ese rebasarse, que se hace nuestro, se dispensa, en el acto creador.
En su propia creatividad cuando la hacemos propia, la acogemos, le damos voz.
Cinco textos, cinco poéticas del vacío, de una ausencia que llama y una presencia que responde, una respuesta que se vuelve presencia, que se plasma texto, en ese responder.
Ausencia de Eurídice, el amor y la amada, para Orfeo, padre de poetas y arquetipo de lo poético como fecundidad, como resurrección.
Ausencia y exilio de cualquier y todo aquí para el sueño y la utopía, para el soñador de un allá que no se apoya en ningún lugar, un allá todo salto, todo y siempre después.
Nada, nada de nada y vacío para Juan de la Cruz, nada de dios que con su ausencia y su nada desmiente al dios nombrado y disponible en la representación.
Vacío y nada de sí en todo poeta que no se refleja en su decir, todo poeta que depone su propia voz.
Ausencia o destierro, finalmente, de morada, identidad o inmanencia, para el lector que acoge en sí al huésped de Paul Celan, el huésped que finalmente exilia a quien lo hospeda hacia su más propia e inalcanzable alteridad, nuestro más lejos que todo afuera.
La diferencia entre lo imposible que llama y lo posible que responde, entre el vacío y sus poéticas, entre lo ya escrito aquí y lo que el decir no abarca, es el espacio que es y abre el lector, el hospedero: el futuro creador de toda escritura.
Su apertura. Su afuera,
su travesía y su volverse a nacer.
* * * * * * *
ORFEO: LA FECUNDIDAD DE LO AUSENTE
* Origen y principio se separan, no son lo mismo: el origen es la separación: la diferencia en y de lo originado.
* El otro es su hueco en mí, o el mío en él. Hueco desde el cual partir para encontrarle.
Hasta no ser otro somos a medias, somos la mitad con la que tropezamos.
El muro desde el cual oteamos:
nos buscamos.
* No se trata de entender o explicar, sino de implicarse:
abismarse.
* Orfeo desciende a rescatar a Eurídice.
No busca la filosofía, el amor del saber, busca el saber del amor:
la sabiduría.
Busca a otro:
busca lo que él no es.
* Y otra vez Derrida: “La escritura se desplaza a lo largo de una línea quebrada entre la palabra perdida y la palabra prometida”.
* “… El poeta no retiene lo que descubre, una vez transcrito, lo pierde enseguida. En eso reside su novedad, su infinito y su peligro.” [René Char]
* Mirada que engendra la culpa kafkiana: perder lo que nunca llegamos a tener, que poseemos mientras lo creamos sin saber:
pureza o belleza.
* “Quien escribe – afirma Blanchot – está en el destierro de la escritura: allí está su patria donde no es profeta.”
* La respuesta que el poeta encuentra es la que él mismo da: la creación.
La puesta en palabras del sentido que no está, que él instaura.
Alumbra.
JUAN DE LA CRUZ
LA NADA: FUENTE Y METÁFORA
* En el centro, en el principio, fue la herida, la carne fue después:
es el cuerpo que la acoge.
la vida.)
* Decir de lo que no se sabe:
escucha que deja decirse, otra vez: poesía.
* “El deseo es lo imposible”, dijo Simone Weil.
Deseo: relación con lo imposible
o lo imposible como relación.
Es deseo es lo imposible, si se cumple el gozo mata, el presente se agota: la ausencia se ausenta o se enmascara presencia.
* Poeta o místico es quien ve en la presencia el vestigio de una ausencia, quien escucha en el silencio “la música callada y la soledad sonora”.
* “En el desierto – supo Edmond Jabès- uno se vuelve otro: aquel que conoce el peso del cielo y la sed de la tierra; aquel que ha aprendido a contar con su propia soledad. Lejos de excluirnos, el desierto nos envuelve. Nos volvemos inmensidad de arena al igual que, escribiendo, somos libro”.
* “Habrá un año en que habrá un mes en que habrá una semana en que habrá un día en que habrá una hora en que habrá un minuto en que habrá un segundo y, dentro del segundo, habrá el no tiempo sagrado de la muerte transfigurada.” Clarice Lispector
* La experiencia vivida del místico no es conmensurable con el lenguaje:
Juan no dijo para nombrar,
dijo para buscar lo innombrable:
poetizó.
* El silencio de la palabra desnuda,
su desnudarse alma.
Poesía:
lo nombrado ofrendado.
POESÍA Y CREACIÓN:
EL DON DE LO QUE NO ESTÁ
* “Hay un gran silencio dentro de mí. Y ese silencio ha sido la fuente de mis palabras. Y del silencio ha venido lo que es más precioso que todo: el propio silencio.” Clarice Lispector.
* II
En el principio no hay nada, después hay después, algo, una marca en el tiempo, un es. Lo que el vacío, la nada, lo imposible o la ausencia, dispensaron, dieron al ser.
Marcaron en la página en blanco o en la intemperie: en el paisaje de la posibilidad.
En la desnudez, la espera.
Creador es quien vive de esas marcas, esas huellas, no de sus cicatrices: las certezas.
Una grieta en un muro, para un creador, no es una grieta en un muro, es un tajo que le abre a la posibilidad de la creación, a la acogida de lo que en ese tajo se abre.
De lo que pueda susurrar.
Del destello de sentido que pueda donar.
Ser creador es saber, creer, que eso que abrió desde lo oculto está presente y oculto en esa apertura.
Creador es quien se abre a lo que en lo abierto puede recibir, a lo que recibiendo puede crear, lo que creando recibió.
El creador sabe que todo fue nada antes de ser lo que es, lo sabe, porque también sabe que todo lo volverá a ser.
Porque lo sabe traza huellas, a veces sendas, pero las traza, no las aferra.
La creación es esa fe en nada, en un vacío o una ausencia, una fe que crea lo que cree, que cree para crear, que creando se trasciende más allá de lo que cree.
Ausencia de lo que nunca fue o lo ya sido, pero no mera ausencia, presencia y revés de esa ausencia.
El creador es un ser de la espera, espera lo que advenga, espera desnudo de sí. Espera sin poder, sin saber.
Espera lo aun por nacer.
Reuní aquí, en este libro, cinco textos. Ellos, todos, nacen de lo que no tienen, de los que hace hablar: hablan de esa alteridad intrínseca a la existencia, ese plus de sí, ese rebasarse, que se hace nuestro, se dispensa, en el acto creador.
En su propia creatividad cuando la hacemos propia, la acogemos, le damos voz.
Cinco textos, cinco poéticas del vacío, de una ausencia que llama y una presencia que responde, una respuesta que se vuelve presencia, que se plasma texto, en ese responder.
Ausencia de Eurídice, el amor y la amada, para Orfeo, padre de poetas y arquetipo de lo poético como fecundidad, como resurrección.
Ausencia y exilio de cualquier y todo aquí para el sueño y la utopía, para el soñador de un allá que no se apoya en ningún lugar, un allá todo salto, todo y siempre después.
Nada, nada de nada y vacío para Juan de la Cruz, nada de dios que con su ausencia y su nada desmiente al dios nombrado y disponible en la representación.
Vacío y nada de sí en todo poeta que no se refleja en su decir, todo poeta que depone su propia voz.
Ausencia o destierro, finalmente, de morada, identidad o inmanencia, para el lector que acoge en sí al huésped de Paul Celan, el huésped que finalmente exilia a quien lo hospeda hacia su más propia e inalcanzable alteridad, nuestro más lejos que todo afuera.
La diferencia entre lo imposible que llama y lo posible que responde, entre el vacío y sus poéticas, entre lo ya escrito aquí y lo que el decir no abarca, es el espacio que es y abre el lector, el hospedero: el futuro creador de toda escritura.
Su apertura. Su afuera,
su travesía y su volverse a nacer.
* * * * * * *
ORFEO: LA FECUNDIDAD DE LO AUSENTE
* Origen y principio se separan, no son lo mismo: el origen es la separación: la diferencia en y de lo originado.
* El otro es su hueco en mí, o el mío en él. Hueco desde el cual partir para encontrarle.
Hasta no ser otro somos a medias, somos la mitad con la que tropezamos.
El muro desde el cual oteamos:
nos buscamos.
* No se trata de entender o explicar, sino de implicarse:
abismarse.
* Orfeo desciende a rescatar a Eurídice.
No busca la filosofía, el amor del saber, busca el saber del amor:
la sabiduría.
Busca a otro:
busca lo que él no es.
* Y otra vez Derrida: “La escritura se desplaza a lo largo de una línea quebrada entre la palabra perdida y la palabra prometida”.
* “… El poeta no retiene lo que descubre, una vez transcrito, lo pierde enseguida. En eso reside su novedad, su infinito y su peligro.” [René Char]
* Mirada que engendra la culpa kafkiana: perder lo que nunca llegamos a tener, que poseemos mientras lo creamos sin saber:
pureza o belleza.
* “Quien escribe – afirma Blanchot – está en el destierro de la escritura: allí está su patria donde no es profeta.”
* La respuesta que el poeta encuentra es la que él mismo da: la creación.
La puesta en palabras del sentido que no está, que él instaura.
Alumbra.
JUAN DE LA CRUZ
LA NADA: FUENTE Y METÁFORA
* En el centro, en el principio, fue la herida, la carne fue después:
es el cuerpo que la acoge.
la vida.)
* Decir de lo que no se sabe:
escucha que deja decirse, otra vez: poesía.
* “El deseo es lo imposible”, dijo Simone Weil.
Deseo: relación con lo imposible
o lo imposible como relación.
Es deseo es lo imposible, si se cumple el gozo mata, el presente se agota: la ausencia se ausenta o se enmascara presencia.
* Poeta o místico es quien ve en la presencia el vestigio de una ausencia, quien escucha en el silencio “la música callada y la soledad sonora”.
* “En el desierto – supo Edmond Jabès- uno se vuelve otro: aquel que conoce el peso del cielo y la sed de la tierra; aquel que ha aprendido a contar con su propia soledad. Lejos de excluirnos, el desierto nos envuelve. Nos volvemos inmensidad de arena al igual que, escribiendo, somos libro”.
* “Habrá un año en que habrá un mes en que habrá una semana en que habrá un día en que habrá una hora en que habrá un minuto en que habrá un segundo y, dentro del segundo, habrá el no tiempo sagrado de la muerte transfigurada.” Clarice Lispector
* La experiencia vivida del místico no es conmensurable con el lenguaje:
Juan no dijo para nombrar,
dijo para buscar lo innombrable:
poetizó.
* El silencio de la palabra desnuda,
su desnudarse alma.
Poesía:
lo nombrado ofrendado.
POESÍA Y CREACIÓN:
EL DON DE LO QUE NO ESTÁ
* “Hay un gran silencio dentro de mí. Y ese silencio ha sido la fuente de mis palabras. Y del silencio ha venido lo que es más precioso que todo: el propio silencio.” Clarice Lispector.
* II
Al final, la palabra inicial no es nunca la escrita,
tampoco la hablada
es anuncio
pero sin trazo ni voz.
Se la oye, pero callar,
como los pasos de nadie
atravesando soledades,
acercándose sin llegar,
tampoco irse.
III
tampoco la hablada
es anuncio
pero sin trazo ni voz.
Se la oye, pero callar,
como los pasos de nadie
atravesando soledades,
acercándose sin llegar,
tampoco irse.
III
Después viene la noche,
la sombra que cubre ausencias. Después queda el abrigo:
la palabra y su soledad,
el poema.
* El poema se nace,
estalla la esquirla inicial,
(la que debe protegerse como a un pájaro herido
en la palma de la mano)
* Después, allí, escrito, lo que se me dio,
lo que no tuve hasta no haberlo escrito:
el don de la creación
y la creación como don:
el hacernos acedores.
* Escribe errando lo abierto, lo que va abriendo el escribir:
diciéndolo.
(Huellas en el aire,
vuelo agorero, o vuelo porque sí, sin por qué.
Sin ir ni venir: abriendo.)
Escribe borrando des-viviéndose.
Escribe para desvelar el vacío, borrar: quitar el velo a nada.
También a sí.
* El viento,
la desnudez en la que viene y huye:
la huella, que borrando traza.)
* Se escribe
como se muere o se olvida
perdiéndose en la búsqueda,
no en su eco: en lo que buscamos.)
* Mientras se escribe, con el tiempo, la ausencia deja de ser reflejo.
También encuentro.
EL SUEÑO, LA IMAGINACIÓN Y LA UTOPÍA:
SALTOS HACIA LO AUSENTE
* “…Yo nazco a las cosas; ellas nacen en mí”. Albert Béguin
* El sueño es revelación.
La revelación que sólo sobre la desnudez del cuerpo dormido puede inscribirse.
Que sólo las manos vacías pueden recibir.
* “El horizonte es algo ideal aun en la visión física. El animal no debe de tenerlo y la planta no lo necesita. Si el hombre lo perdiera, perdería su humanidad”. María Zambrano
* La imaginación es radicalmente materialista: convierte el deseo en cuerpo.
La desnudez en promesa.
La promesa en nueva encarnación.
La imaginación lleva al deseo a su concreción, a su exigencia de manifestarse, de ser.
De rebasarse y volver a comenzar.
Darse a luz para encender nuevos comienzos.
PAUL CELAN:
EL HUÉSPED QUE NOS EXILIA
Mucho antes del anochecer
entra en tu casa quien cambió un saludo con la oscuridad.
Mucho antes de amanecer
despierta
y enciende, antes de irse, un sueño,
un sueño resonante de pasos:
le oyes medir las lejanías
y hacia allí lanzas tu alma.
Paul Celan
* El que viene trae aquello desde donde viene: trae el saludo de la oscuridad: el anuncio de la noche:
el sueño:
la transparencia de las sombras.
El llamado y la inspiración de la noche, su revelación:
el poema que escuchamos.
Lo que en nosotros despierta.
* El poeta acoge callando.
La escucha se dice. El escuchar habla:
el silencio da.
* El huésped es también lo otro,
el extranjero,
lo ajeno,
lo otro como otro: lo que nos adviene.
El que no podríamos esperar porque no le conocemos, al que no podemos llamar por no saber su nombre,
por no hablar su idioma.
Por ser palabra nueva.
Es el poema el que nos habla.
En el poema, este poema, el hospedero calla. El huésped tampoco habla: hace señas:
se ausenta.
Calla.
Lo otro anuncia lo otro,
lo que se sustrae, lo que parte partiéndonos,
nos trae tras él.
* El huésped, el que viene, es el que nos lleva hasta el final,
hasta donde no sé que estoy yendo.
Recién ahí – donde me completa y me falto-
partir es lo propio.
* El poema fue el huésped,
el que abriendo el libro nos abrimos a él, el que leyéndolo dejamos entrar.
El que entrando nos habita, yéndose,
sustrayéndose,
nos nace otros:
nos lleva a lanzar el alma
hacia una lejanía más otra que todo afuera,
hacia el rebasarse de la vida,
su abrirse lenguaje: poesía:
su ser creación.
EL HUÉSPED QUE NOS EXILIA
Mucho antes del anochecer
entra en tu casa quien cambió un saludo con la oscuridad.
Mucho antes de amanecer
despierta
y enciende, antes de irse, un sueño,
un sueño resonante de pasos:
le oyes medir las lejanías
y hacia allí lanzas tu alma.
Paul Celan
* El que viene trae aquello desde donde viene: trae el saludo de la oscuridad: el anuncio de la noche:
el sueño:
la transparencia de las sombras.
El llamado y la inspiración de la noche, su revelación:
el poema que escuchamos.
Lo que en nosotros despierta.
* El poeta acoge callando.
La escucha se dice. El escuchar habla:
el silencio da.
* El huésped es también lo otro,
el extranjero,
lo ajeno,
lo otro como otro: lo que nos adviene.
El que no podríamos esperar porque no le conocemos, al que no podemos llamar por no saber su nombre,
por no hablar su idioma.
Por ser palabra nueva.
Es el poema el que nos habla.
En el poema, este poema, el hospedero calla. El huésped tampoco habla: hace señas:
se ausenta.
Calla.
Lo otro anuncia lo otro,
lo que se sustrae, lo que parte partiéndonos,
nos trae tras él.
* El huésped, el que viene, es el que nos lleva hasta el final,
hasta donde no sé que estoy yendo.
Recién ahí – donde me completa y me falto-
partir es lo propio.
* El poema fue el huésped,
el que abriendo el libro nos abrimos a él, el que leyéndolo dejamos entrar.
El que entrando nos habita, yéndose,
sustrayéndose,
nos nace otros:
nos lleva a lanzar el alma
hacia una lejanía más otra que todo afuera,
hacia el rebasarse de la vida,
su abrirse lenguaje: poesía:
su ser creación.
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Extraído de:
Hugo Mujica (Argentina, 1942): Poéticas del vacío. Ed. Trotta, S.A., 3º Ed. 2004, Madrid. (1º Edición: 2002)
Editorial Trotta
lo mínimo que espero que incluya en su reseña es un agradecimiento a la mariño y a "El gato escaldado libros" quienes en un esfuerzo mancomunado han hecho posible que el libro este en sus manos.
ResponderBorrarMuy buena selecciòn!
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