LAS ALAS DEL DESEO
Director: Wim Wenders
Der Himmel über Berlin (Cielo sobre Berlín), 1987
Origen: Alemania, Francia
Guión: Wim Wenders y Peter Handke.
Protagonistas: Bruno Ganz, Otto Sander, Peter Falk
No sabría precisar ni dónde, ni cuándo, ni en qué momento se abrió esta película ante mí. Ni siquiera sabría decir qué es aquello que cada vez que ocurre el verla, me ocurre a mí con ella. Sé que es un lugar al que vuelvo, muy de vez en cuando ahora y sin embargo, un lugar que me transmite no sólo algo del deseo y del amor, no sólo algo de aquello que nos hace vivientes, no sólo de aquello que sufrimos, sino que golpea con insistencia cada vez algo que está allí, en el hecho mismo de dejar transcurrir la película ante mí. Transmite algo de aquella ingenuidad de la niñez que en tanto adultos, hemos perdidos. Ese mirar, ese descubrimiento del mundo a través de la metáfora de un ángel, de tantos ángeles que en su incorporeidad interrogan precisamente qué nos hace humanos y ante esa interrogación un cuerpo cae… no sólo cae a la tierra y se toma de una armadura, sino que sangra, huele, siente el viento, la lluvia y se abre la dimensión del amor. Ya no más “para siempre”, sino “ahora” ir diciendo “ahora” y que eso introduzca consecuencias en nuestros pasos, en nuestras vidas. La contingencia del azar que abre a un juego donde alguien tomando su cuerpo toma la decisión de “caer” a lo que sucede a diario pero lo poético también puede suceder… Aunque obviamente no se trate de la felicidad eterna. Dejar el mundo de la incorporeidad, de los pensamientos como refugios y advenir a un lugar donde la existencia se ponga en juego y la vida comienza a transcurrir, se pone en movimiento… como una trapecista hamacándose quizás en el aire, en medio de la pista de un circo… “Ahora”.
Dejo aquí algunos párrafos del guión que encontré en Revista Zona Erógena, Publicación Universitaria Interdisciplinaria,
Verano ’91, Nº 8. Buenos Aires:
* Cuando el niño era niño, andaba con los brazos colgando, quería que el arroyo fuera un río, que el río fuera un torrente y que este charco fuera el mar.
Cuando el niño era niño, no sabía que era niño, para él todo estaba animado y todas las almas eran una. Cuando el niño era niño, no tenía ninguna costumbre, se sentaba en cuclillas, se escabullía de su sitio, tenía un remolino en el cabello y no ponía caras cuando le fotografiaban.
* -¡Mira! el goce de alzar la cabeza hacia la luz, al aire libre, el goce de los colores iluminados por el sol, en los ojos de las personas. Al fin loca, al fin ya no sola, al fin loca, al fin salvada. Al fin loca, al fin tranquila.
* Cuando el niño era niño, era el tiempo de preguntas como: ¿Por qué yo soy yo y por qué no tú? ¿Por qué estoy aquí y por qué no allí? ¿Cuándo empezó el tiempo y dónde termina el espacio? ¿Acaso la vida bajo el sol no es sólo un sueño? Lo que veo y oigo y huelo, ¿no es sólo la apariencia de un mundo ante el mundo? ¿Existe de verdad el mal y gente que realmente son los malos? ¿Cómo puede ser que yo, el que yo soy, no fuera antes de devenir, y que un día yo, el que yo soy, no seré más ése que soy? El niño necesita oxígeno, tengo que respirar…
* Una viandante, que cerró el paraguas en medio de la lluvia y se dejó calar… Un colegial, que describía a su profesor cómo crece el helecho de la tierra, y el profesor sorprendido… Una ciega, que palpó su reloj al sentir mi presencia… Es maravilloso vivir sólo en espíritu y, día a día, para la eternidad, atestiguar sólo lo espiritual de la gente. Pero a veces me hastía mi existencia de espíritu. Ya no quisiera ese flotar eterno, quisiera sentir un peso que anulara en mí lo ilimitado y me atara a la tierra. Poder, a cada paso, a cada golpe de viento, decir: “ahora” y… “ahora” y “ahora”. Y no más “desde siempre” y “para siempre”. Tomar el asiento libre en una partida de cartas, ser saludado, aunque sólo sea con un gesto. Siempre que hemos participado ha sido sólo en apariencia: Nos hemos dejado dislocar la cadera en peleas nocturnas, en apariencia. Hemos capturado un pez, en apariencia, nos hemos sentado a las mesas, hemos bebido y hemos comido, en apariencia. Nos hicimos asar corderos y servir vino, allá en las tiendas del desierto, ¡siempre en apariencia! No pido engendrar a un niño o plantar un árbol, pero ya sería algo, de vuelta a casa tras un largo día, dar de comer al gato como Philip Marlowe… Tener fiebre, tener los dedos negros de leer el periódico, fascinarse no sólo por el espíritu sino, al fin, por una comida, por una curva de una nuca, por una oreja. ¡Mentir como respirar! Sentir al andar que tu esqueleto anda contigo. Intuir, por fin, en lugar de saberlo todo. ¡Ser un salvaje! O sentir al fin lo que es quitarse los zapatos debajo de la mesa y estirar los dedos de los pies, así descalzo. ¡Quedarse solo! ¡Dejar que las cosas ocurran! ¡Permanecer serio! Sólo podemos ser salvajes mientras permanezcamos serios.
* ¡Conquistar por mí mismo una historia mía! Lo que mi atemporal mirar abajo me ha enseñado, transformarlo para sostener una mirada repentina, un grito breve, un olor acre. He estado fuera el suficiente tiempo, suficiente tiempo ausente, bastante tiempo fuera del mundo. ¡Meterme en la historia para tocar una manzana! Mira, las plumas, ahí sobre el agua, ya desvanecidas.
* Una canción más se acabó. Os voy a hablar de una chica. Algún día tiene que ir en serio. He estado muy sola, pero nunca he vivido sola. Cuando estaba con alguien, solía estar contenta, pero al mismo tiempo todo me parecía casual. Estas personas eran mis padres, pero podrían haber sido otras. ¿Por qué mi hermano era el de los ojos marrones y no el de los ojos verdes del andén de enfrente? La hija del taxista era mi amiga, pero igual podría haber rodeado con el brazo el cuello de un caballo. Estaba con un hombre, estaba enamorada y lo mismo podría haberle dejado plantado y haber seguido al extraño que nos cruzábamos en la calle. Mírame o no me mires. Dame la mano o no me la des. No, no me des la mano y aparta tu mirada de mí. Creo que esta noche hay luna nueva: ninguna noche más serena, ninguna sangre correrá en toda la ciudad. Nunca he jugado con nadie y sin embargo nunca he abierto los ojos y pensado: ahora va en serio. Ahora, al fin irá en serio. Así han ido pasando mis años. ¿Sólo yo era tan poco seria? ¿Eran tampoco serios los tiempos? Nunca fui solitaria, ni cuando estaba sola, ni con otros. Pero me habría gustado al fin ser solitaria. Soledad quiere decir: al fin, estoy entera. Ahora puedo decirlo porque al fin esta noche soy solitaria. Hay que acabar con el azar. Luna nueva de la decisión. No sé si hay un destino, pero hay una decisión. Decídete.
* Por fin fuera, en la ciudad. Hallar quién soy, en quién me he convertido. Suelo ser demasiado consciente para estar triste. Esperé una eternidad que alguien me dijera algo cariñoso, luego me fui al extranjero. Alguien que me dijera «¡Hoy te quiero tanto!». ¡Sería tan bonito! Miro ante mí y el mundo se alza ante mis ojos, me llega al corazón. De niña sentía deseos de vivir en una isla. Una mujer sola, plenamente sola. Sí, esos es.Vaciada, incompatible. El vacío, el miedo, el miedo, el miedo. La mirada de un animalito perdido en el bosque. «Quién eres tu?» Yo no lo sé. Pero algo sé: no seré trapecista. Decisiones imprevistas en las que uno cree.No llorar. No quiero llorar. ¡Para nada! Ocurre, así son las cosas. No siempre salen como uno quiere. El vacío, el vacío…Ya no pensar en nada… Estar aquí. Aquí soy extranjera pero todo me resulta familiar, en todo caso, no puedo perderme. Siempre se llega al muro. Esperaré la foto. Saldrá una con diferente rostro y así podría comenzar una historia. Los rostros, tengo ganas de ver rostros. Quizá encuentre un trabajo de camarera.Tengo miedo de esta noche. Qué tontería. La angustia me pone enferma, porque una parte de mí se preocupa y otra no se lo cree. ¿Cómo debo vivir? Quizá no sea esta la pregunta. ¿Cómo debo pensar?Sé tan pocas cosas… Tal vez sea demasiado curiosa. A menudo pienso en forma tan equivocada… Porque pienso como si hablara a otro.Dentro de los ojos cerrados, cerrar aún más los ojos… Entonces incluso las piedras cobran vida. Ser por los colores. ¡Los colores! Los neones en el cielo del atardecer, los tranvías rojos y amarillos. Sólo tengo que estar lista y todos los hombres del mundo me mirarán.Nostalgia. Nostalgia de una ola de amor que creciese en mí. Eso es lo que me hace resultar torpe: la ausencia de placer. Deseo de amor. ¡Deseo de amar!
Llegue de casualidad a este hermoso rincón, me tengo que ir, hace una hora que debería estar en otro lado, pero me enganche con tu bello blog, y no son flores caídas desde un tren, el comentario sobre el libro de Ray Bradbury excelente, me imagino tu sobrina…tampoco soy fetichista, pero me llevo tu blog en el bolsillo del saco para otro día volver a leerlo.
ResponderBorrarUn abrazo
"Al fin loca, al fin ya no sola, al fin loca, al fin salvada..."
ResponderBorrar¡Qué bella película Su! Hiciste que me dieran unas ganas enormes de volver a verla. Siempre creí que a Wenders siempre se vuelve de una manera u otra, en un momento u otro...
También recuerdo a Cassiel en "Faraway, so close", memorable...
Gracias por traerlo hasta aquí!
Besos