EL GRAN PEZ (Big Fish)
Estados Unidos, 2003
Dirigida por Tim Burton
Protagonistas: Ewan McGregor, Albert Finney, Jessica Lange, Alison Lohman, Billy Crudup, Helena Bonham Carter, Danny DeVito.
Quiero compartir con ustedes un trabajo que presenté junto a unas compañeras en el 2006 sobre esta película que tanto me movilizó por distintos motivos. Más allá de cuestiones teóricas que puedan no comprenderse, por lo menos mi intención sea suscitar en quienes lleguen a este texto, esas preguntas insondables sobre lo que se trata un padre, la paternidad en este caso y de lo que de ella se transmite no sólo en tanto hijos, sino a las sucesivas generaciones. En una época donde se habla de "las funciones materna y/o paterna", creo que mi primer acercamiento es dar cuenta de lo que hasta aquí hubo. Y por ello sobre todo eso: ¿qué es un padre? ¿qué se puede tomar de un padre? ¿y qué nos da un padre? ¿Qué hemos recibido de aquel que nos ha tocado en suerte?
Desde aquella primera vez que la vi, la película despertó en mi sentimientos encontrados... Pero no había dudas que había producido en mí interrogaciones, movilizaciones... Nuevamente en funcionamiento algo que iba a quedar como huella; algo de aquello filmado por Tim Burton me convocaba entretejiendo mi propia historia a aquella película; casi mi camino fue de algún modo como el del protagonista en esos desencuentros, enojos, broncas, afectos... en busca de su padre... Avatares que la película propone y propiciará o no en cada quien; en todo caso, recorrido del que quizá haya alguna respuesta al final... pero quizá también la sopresa que habiendo atravesado un umbral, tenga otro sentido ese mismo recorrido... Se trata de contar historias... y aquí comparto este trabajo, para acercar la posibilidad de una de esas historia... La de:
El Gran Pez
“En nuestras manos esta darnos cuenta de que se trata de los temas de la vida y la muerte, la existencia y la no existencia, muy especialmente el nacimiento, es decir, la aparición de lo que todavía no existe”.
Jacques Lacan, Seminario IV, La relación de objeto.
“Hay ciertos peces que nadie puede pescar. No es que sean más rápidos ni más fuertes que los demás. Nada más tienen algo extra.”
William Bloom (El Gran Pez de Tim Burton) Lacan nos dice que el mito es la tentativa de dar forma épica a aquello que opera en la estructura. ¿Quién cuenta el cuento del “Gran Pez”?.Es el hijo quien hace presente al padre contando historias, tejiendo su propia ficción: “Al hablar de la vida de mi padre, es imposible separar hechos y ficción, el hombre del mito. Lo mejor será contar su historia como él me la contó. No siempre tiene sentido y muchas cosas nunca sucedieron”. Nos hace escuchar su propia “novela familiar” a través de los relatos oídos en su infancia: relatos de gigantes, brujas, amores y mundos fantásticos. En el mito individual del neurótico Lacan, dirá que la verdad no puede ser apresada, no puede sino expresarse de una manera mítica y es en este sentido que se puede decir lo imposible de decir. El mito es precisamente lo que puede otorgar una fórmula discursiva a esa cosa que no puede ser trasmitida; “el producto terminado y elaborado del mito es una cicatriz cerrada sobre una herida que se trata de ocultar”.[i]
Desde aquí, podemos pensar en esta serie de ficciones que se suceden como intentos para aprehender al “Gran pez”, buscando articular cierto saber en relación a la pregunta ¿Qué es un padre? También desde Edward (el padre) podemos pensar en el enlace que se produce entre el nacimiento de su hijo Will, por un lado, y el momento en que logra capturar a “La Bestia”: “Y el día en que naciste, ese fue el día que finalmente lo atrapé” Recurso metafórico que intenta “pescar” y transmitir cierto saber en torno a la paternidad: donde el hijo ha nacido, el mito cuenta que un hombre, en tanto padre, pudo atrapar al Gran Pez, por un momento, usando como carnada su anillo de bodas. El pez cortará el sedal y se escapará nuevamente, pudiendo sólo recuperar su anillo sin “destripar” a La Bestia, para no privar a su hijo de la oportunidad de pescar a ese pez, de vérselas con él también en la continuidad de las historias, de las generaciones… materia discursiva ofrecida a su hijo para novelar lo inatrapable del lenguaje… También en tanto función de don, ya que lo formula en forma de interrogante: “¿Querría privar a mi hijo de la oportunidad de pescar a un pez como ese?”.
Esta ficción construida en torno al nacimiento, se encuentra implicada con algo inseparable del mito: la verdad: “La verdad tiene una estructura, por así decirlo, de ficción”[ii] sin embargo, Will se muestra detenido en su ignorancia en tanto cree que se podría acceder a una verdad objetiva y ése es el reclamo con el que interpela a su padre durante gran parte de la película. Pero “la verdad no es otra cosa sino aquello de lo cual el saber no puede enterarse de que lo sabe sino haciendo actuar su ignorancia”[iii]. Ignorancia actuada por Will en sus dichos: “Papá no tengo idea quien sos, porque nunca me has dicho un solo hecho”, el padre responde: “Te he dicho un montón de hechos, eso es lo que hago cuando cuento historias....” y es allí donde se choca con lo imposible de hallar: LA verdad universal sobre el origen, sobre la sexualidad, sobre la muerte. Precipitación que arrastra y quiebra esa convicción, esa creencia de que habría una versión verdadera de las cosas.
En el transcurrir del film, se puede pensar en cierto viraje desde una dimensión imaginaria a otra simbólica en relación al padre.
Luego del enfrentamiento entre padre e hijo en el día de la boda de Will, estos dejan de tener contacto durante tres años.
Al cabo de ese tiempo, recibe el llamado de su madre que le anuncia la indefectible proximidad de la muerte de su padre. Vuelve a su casa paterna acompañado por Josephine, embarazada de 7 meses, con el intento de saber la versión verdadera de las cosas. Desde ese lugar se ubica creyendo que “no veía nada de mí en mi padre y creo que él no veía nada de él en mí. Éramos como dos extraños que se conocían muy bien”. Así en esa extrañeza llega ante la inminencia de la muerte a reclamarle, reprocharle, interpelarlo, poniendo de manifiesto “… el conflicto fundamental que, por intermedio de la rivalidad con el padre, vincula al sujeto con un valor simbólico esencial; pero esto, como verán, está siempre en función de cierta degradación concreta de la figura del padre”[iv] y en sus dichos sostiene que siempre le hubiera contado historias, cuentos “falsos”, que jamás le hubiera contado un hecho; que en ningún momento se hubiera mostrado “como es”, que hubiera preferido sus historias, sus viajes, a estar cerca de él y su madre. Llega a confesarle que había creído en él, en esas historias “imposibles” por mucho más tiempo del que debería. Pero es ante la encrucijada a la que su propia paternidad lo enfrenta, ante esa inminencia que también lo precipita, que podría pensarse que le reclama ese saber respecto a esos dos hechos que acontecerán en su vida: su propia paternidad y también la muerte.
La demanda de Will abre así la dimensión del desconocimiento, de la incompletud: “Mira, pronto voy a tener un hijo propio y me mataría que no entendiera nunca”, a lo cual Edward responde: ¿Te mataría, eh? “Que quieres Will? ¿Quién quieres que sea yo?...No he sido nadie mas que yo mismo desde que nací. Si no puedes ver eso, es tu problema, no mío”. Estas interrogaciones que se formulan dan cuenta no sólo de la disimetría estructural respecto a la función paterna de quien la encarna, sino a la vez desde su falta, la posibilidad de transmitir allí su propia castración, ya “que la castración no procede del padre sino del lenguaje, que ella traduce en forma dramática la pérdida de goce que afecta al sujeto en tanto que es sujeto de lenguaje”[v],
En ese corte casi sutil que adviene en la palabra de ese padre, donde cae algo de la consistencia imaginaria que hasta ese encuentro pesaba. Algo sancionado en esa escucha, produce un efecto de verdad para Will, que se evidencia ante el pedido de su padre para que limpiara la pileta de natación que tienen en su casa y ante su propia sorpresa ve “apareciendo” en el agua, nadando, al Gran Pez que tantas veces había escuchado relatar a su padre. Sorpresa desde donde el sujeto ha de posicionarse de modo diferente y donde virará hacia “escuchar” las versiones que otros tienen para contar de su padre porque ya hay algo definitivamente de esas historias que ha comenzado a serle propio.
Guiado por su madre y por la decisión de su padre, es llevado a una desvencijada habitación donde a modo de restos diurnos, Will, hallará restos, vestigios, papeles, palabras, historias para hacerse de un padre y quizás, de hacerse padre atravesando esos mismos recuerdos, recortes, palabras, historias… “Tu padre decidió que necesitaba una oficina. Claro que no le serviría una oficina en la casa. Así que tú vas a saber mejor que yo qué es importante”. Cuando se sienta a ordenar, a revisar y encuentra el certificado de defunción “equivocado” de su padre en la guerra, pregunta a su madre ¿Eso es verdad?, abriéndose un cuestionamiento, al igual que con la escritura fiduciaria, que hacen tambalear la imagen que Will sostenía de su padre. Así sale al encuentro de uno de esos personajes mencionados en los relatos de su padre y conoce a Jenny quien le dice: “No sé cuánto quieres saber de todo esto. Tú ya tienes una imagen de tu padre no estaría bien cambiarla y menos ahora”. Él le responde: “Mi papá hablaba de muchas cosas que nunca hizo. Seguro que hizo muchas cosas de las que nunca habló. Estoy reconciliando las dos cosas”. Aquella queja manifiesta de ser una acotación del contexto de la gran aventura de su padre, queda invertida por Jenny enunciando que la gran aventura de Edward era su hijo, quedando ella reducida al plano de la fantasía. Versiones de un padre o formas en las que cada uno ve al “Gran Pez”, que nadie agarrará nunca y sin embargo, cada cual lo verá de manera distinta. Pensar al Gran Pez como un nudo de significaciones posibles: tanto una mujer, la sexualidad, la muerte, un padre, el Otro…
¿Qué es lo que le permite a Will no quedar detenido en el imaginario en el cual sostiene al padre? Creemos que es desde el lugar del no saber, de la castración del padre, que logra producirse el desprendimiento del hijo. Lo que se transmite es una falta, allí donde el padre logra ceder la palabra al hijo. Algo en él no sabe: “el ojo de la bruja” permanece en blanco y pide la palabra a su hijo. Es necesario que su saber fracase: “Dime, ¿Cómo sucede, como me voy?”. Will toma la palabra sirviéndose de los relatos y personajes de los cuales se han nutrido, para crear con su propio estilo el final de la historia del padre: “es la historia de mi vida”, sanciona, a lo que Will adscribe: “Te conviertes en lo que siempre has sido”, aquello que estaba escindido en el inicio: el Gran pez y el padre. Allí donde su padre muere se da paso al Gran Pez, lo suelta, para que este vuelva al río a nadar libremente como posibilidad para que su propio hijo pueda pescar algo de la verdad imposible de apresar, quedando enlazado a las generaciones anteriores… “¿No se indica así que es de padre a hijo como se transmite la castración?[vi]”
Escena final donde ya es el hijo de Will quien narra del mito familiar:
“Ese fue el chiste final de mi padre, creo. Un hombre cuenta sus historias tantas veces, que se convierte en las historias. Siguen vivas después de él. Y de este modo, él se vuelve inmortal”.
Realizado por:
Lic. Ana Eyheremendy
Lic. Susana Espíndola
Lic. Grisela Sixto
Trabajo presentado el 2006 en la Cátedra Edipo, Falo y Castración. Titular: Stella Maris Perandones. correspondiente al Curso Prolongado en Psicoanálisis, Centro de Salud Mental Nº 3 Dr. Arturo Ameghino.
Notas:
[i] Green, André: El complejo de Edipo en la tragedia. Ed. Tiempo Contemporáneo. Bs.As. 1976 Pág. 271
[ii] Lacan, Jacques: Seminario IV, La relación de objeto. Ed. Paidós, Bs. As., 2005, pág. 253
[iii] Lacan, Jacques: Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en: Escritos 2. Ed.Siglo XXI, pág. 777
[iv] Lacan, Jacques: El mito individual del neurótico, En: Intervenciones y textos 1. Ed. Manantial, Bs. As., 2002, pág. 39
[v] Miller, Jacques-Alain: Breve introducción al más allá del Edipo, En: Del Edipo a la sexuación. Ed. Paidós, Bs. As., 2001, pág. 19
[vi] Lacan, Jacques: Seminario 17 El reverso del psicoanálisis. Ed. Paidós, Bs. As, 2006, pág. 129
Bibliografía:
- Burton, Tim: El Gran Pez (Big Fish) Película. EE.UU., 2003
- Freud, Sigmund: La novela familiar del neurótico en O.C. Biblioteca Nueva, T II, España, 1981
- Green, André: El complejo de Edipo en la tragedia. Ed. Tiempo Contemporáneo. Bs.As., 1976
- Lacan, Jacques: Seminario 3: Las psicosis. Ed. Paidós, Bs. As., 1990
- Lacan, Jacques: Seminario 4: La relación de objeto. Ed. Paidós, Bs. As., 2005
- Lacan, Jacques: Seminario 17: El reverso del psicoanálisis. Ed. Paidós, Bs. As., 1999
- Lacan, Jacques: Escritos 2. Ed. Siglo XXI, Bs.As., 1985
- Lacan, Jacques: Intervenciones y textos 1. Ed. Manantial, Bs.As., 2002
- Miller, Jacques-Alain [et. al.]: Del Edipo a la sexuación. Ed. Paidós, Bs.As. 2001
Qué bueno que me traigas a la memoria esta película que, en su momento, suscitó en mí, interrogantes semejantes a los tuyos.
ResponderBorrarMe gustann estas historias que nos invitan a descubrir nuevos significados; que no nos dan certezas sino que promueven ciertas incertidumbres (lo cual es imprescindible para desarrollarnos)...RE-PENSARNOS, como hijos, padres...
Muy interesante el trabajo que exponés.
Tu blog abre caminos y eso siempre se agradece...Mi cariño
Zulma
¡Me encantó! No hay duda que la enorme imaginación de Tim Burton y su fuerza visual para recrear historias impregnadas de singularidad están presentes en esta película. El film no sólo es una maravilla visual de las mejores de hoy en día; es también una maravilla de historia que además de reflexionar sobre el concepto de fantasía frente a la realidad, de las relaciones entre padres e hijos y otros muchos temas; tiene la capacidad de sumergir al espectador en una atmósfera fascinante que atrapa desde el primer fotograma hasta el último. Además como fiel seguidora del actor Steve Buscemi le di una oportunidad, y no me arrepiento pues es de las mejores que he visto.
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